Seúl es una enorme ciudad y su sistema de transporte no nos causó tanto trabajo como el de Tokio. Usamos mayormente metro para transportarnos. Todas las estaciones tenían letras coreanas y su nombre en inglés, lo cuál sin duda nos ayudó muchísimo.
Si por mi mente había pasado que salir de Sapporo iba a ser dejar de sufrir tanto por el frio, Seúl y sus menos siete grados me quitaron completamente la idea de la cabeza. No se dejen apantallar por el sol en las fotos, ya que era meramente un elemento iluminativo / decorativo. Es decir #pinchefrionuevamente.
Vamos por partes, que estoy escribiendo estas líneas a unas horas de abandonar Corea. Entre las olimpiadas de invierno y que no tuve internet en mi último hostal, estoy bastante atrasado.
Día 2.
Villa Bukchon Hanok.
Como si en este lugar en medio de la ciudad se hubiera detenido el tiempo, puedes contemplar unas cuantas calles llenas de casas antiguas. Es una villa en la cual puedes encontrar algunos turistas, pero sobre todo gente local haciendo su vida diaria de manera normal, desde varios puntos de este elevado barrio se pueden apreciar unas vistas espectaculares del palacio Gyeongbokgung y del museo nacional de folklore de Corea.
Museo nacional de folklore de Corea.
La información que teníamos del museo en la guía de viaje que nos dieron en el aeropuerto era nula así que decidimos entrar simplemente porque el edificio era muy bonito.
En el interior descubrimos un poco de historia de Corea. Si bien, casi nada estaba en inglés nos logramos enterar de las veces que Corea ha sido ocupada por Japón y China, así como, la configuración como nación que comenzó con tres reinos en el territorio de las dos Coreas y que los llevo a separarse ideológicamente del norte el siglo pasado.
Palacio Gyeongbokgung
Ese fue el primer día que comencé a sentir el cansancio del viaje. Deben estar pensando que soy un quejumbroso, pero al llevar cuatro semanas de aquí para allá mis pensamientos estaban en una cama caliente (el frío no ayudaba nada).
La visita al palacio la hicimos más bien de manera rápida porque era muy parecido a los dos que visitamos un día antes, aunque claro, había que echarle un vistazo.
Saliendo del palacio a Sandy le picó la cosquilla ir a ver un punto en el mapa en el que estaba marcado el antiguo muro perimetral de la ciudad. Como parecía no estar muy lejos de ahí decidimos acercarnos a pie.
No sé si fue mi cansancio, el hecho de que el camino estaba de subida o realmente estaba más lejos de lo que parecía, pero llegué refunfuñando al muro y malhumorado al encontrar que literalmente era eso. Un pedazo de pared sin más adornos que los que ven en la foto a continuación.
Parecía que se estaba haciendo nuestro hobbie subir pequeñas colinas en este viaje. El día terminaba así que pasamos a cenar y derecho a nuestro hostal.
Otra cosa que me ha tomado por sorpresa es la comida coreana. Tenía la expectativa de que al practicar el budismo sería más fácil encontrar platillos sin carne. Pero no.
Cenamos en una parrilla coreana donde la verdad sea dicha agradecí mucho a la res que murió para mantenerme con vida y cuya sabrosa carne me comí envuelto por hojas y verduras.
Esto de no comer carne no es fácil en un país del que no te enteras del 98% de las cosas que dice la carta. Tomando en cuenta que el otro 2% son números.
Día 3.
En Corea sus atracciones turísticas se encuentran numeradas, lo cual encuentro sumamente útil en cuanto al ordenamiento de sitios a visitar.
Puerta Sungnyemun
Como les dije antes, Seúl estuvo rodeada por una muralla y como casi todas las ciudades que cuentan con esta característica existen varias puertas de acceso, en el lugar número uno de los tesoros nacionales se encuentra esta puerta que está al lado de la estación de Seúl.
Sin duda está puerta en medio de uno de los puntos más transitados de la ciudad llama inmediatamente la atención al separarse del modernismo de la zona.
Un paso peatonal elevado se extiende por los aires conectando las avenidas circundantes de la estación central de Seúl y permitiendo a los transeúntes disfrutar la vista de la estación, la puerta y a la lejanía la torre de Seúl.
Una enorme ciudad, la vida acelerada de la gran urbe y aquella puerta mirando a los humanos avanzar no siempre en el mejor sentido. Siempre en el mismo lugar donde ha estado desde 1395 y desde donde pudo ver en primera persona como uno de esos humanos le prendió fuego en 2008 arruinándola casi por completo.
Ahora sé que ya me vió a mi también, espero que nos recuerde.
Torre de Seúl.
Como todos unos campeones los ingenieros coreanos aprovecharon los 243 metros de altura de una montaña para construir una torre y así tener garantizada mucha altura con no tanta edificación. Y cómo es una montaña nosotros teníamos que subir caminando.
Ya menos cansado que el día anterior no sufrí tanto esta subida y he de decir que esta torre se lleva el premio si hablamos de la manera en que han logrado exprimir hasta el último centímetro cúbico de cemento utilizado.
Una plaza comercial de cuatro pisos sirve de base, hay una explanada donde hacen espectáculos, la entrada puede incluir palomitas y cerveza y en la parte alta de la torre hay tres restaurantes de diferentes precios. Además de que los baños tienen la mejor vista del mundo mundial.
¡Pum! Eso es visión y no mamadas.
Terminando el día pasamos por el palacio Deoksugung donde una marcha de protesta por la representación de Corea del norte y Corea del sur unidas en los olímpicos nos interrumpió el paso.
Si bien, la marcha no contaba con demasiada participación, nos hizo darnos cuenta de la antipatía con sus vecinos del norte… Me suena tan conocido.
En fin, entramos al palacio a hacer una caminata con la voz de los protestantes de fondo. Dentro del palacio había una exhibición de arte conceptual que llenaba de luces algunos de sus recintos haciendo apreciar más el lugar.
La noche estaba por caernos encima así que nos dirigimos a otra de las puertas de la ciudad y como nos quedaba de camino, nos dimos una vuelta por el folclórico mercado Nangdaemun.
Finalmente llegamos a nuestro último destino del dia, la puerta Heunginjimun fue la manera de despedir este día.
Día 4.
Gangnam
En la parte sur de la ciudad se encuentra el barrio Gangnam, probablemente el lugar de Corea más mencionado. Mundialmente famoso por el éxito de K pop interpretado por el rapero PSY y cuyo video ha sido reproducido más de tres mil millones de veces en Youtube (Lo pongo en letra para que sea más impactante).
El barrio en sí, no es nada de otro mundo. Casi cualquier ciudad grande cuenta con un barrio de este tipo. Es el barrio de la gente de dinero y donde se encuentran las tiendas de marcas más caras, pero además tiene una exposición de Gangnamdols.
¿Qué es un Gangnamdol?
Un simpático tigre adornado en honor a una banda de pop coreano (K-pop). Su nombre es una fusión de Gangnam + Idol y hay bastantes a lo largo de un avenida.
¿Qué más hay que hacer en Gangnam?
Tomar un café porque hace mucho frío.
Anécdota del día
Nos sentamos a tomar un café y calentarnos un poquito y vimos que alguien había dejado su bolsa en el asiento de al lado. Sandy se lo llevó a la encargada de la tienda y seguimos a lo nuestro. Como una hora después veo llegar a una señora con cara de preocupación mirando a la mesa donde estaba la bolsa. Le señalo el mostrador y ella recupera su bolsa. Minutos después nos trae unas galletas como regalo de agradecimiento.
Moraleja.
Haz el bien y sabrosas galletas llegarán a tu vida.
Templo Bongeunsa.
Aprovechando las galletas, el café calientito y el internet buscamos el camino al templo Bongeunsa, que estaba a poco más de un kilómetro del lugar donde estábamos resguardados.
Nuestro buen amigo Buda ya nos esperaba con nuestra lección del día traducida por el encargado de la entrada del templo a quien me acerqué para preguntar qué era lo que leía la gente dentro de los templos antes de comenzar su meditación contemplativa.
El amable señor me indico que el nombre de los escritos era Sutra y son enseñanzas de Buda. Pero parecía más entusiasmado por compartir con nosotros que sabía una palabra en español, nos dejó claro que «Amapola» es la mejor palabra del mundo y no dudaba en demostrar su emoción porque hablábamos español y la podíamos pronunciar correctamente. Así que unas diez amapolas después continuó su enseñanza.
– ¿Cuántas caras tiene una moneda en México?
Pensando que era meramente una pregunta de curiosidad le contesté que como en todos lados tenía dos, por eso me agarró un poco en curva lo que a continuación resumo lo mejor que puedo interpretar entre lo que se perdió por la traducción y mi inexperiencia espiritual.
– Como esas monedas, todo tiene dos partes, no puede existir la luz sin la oscuridad, la felicidad sin la tristeza, el cuerpo sin el espíritu, el mundo santo sin el mundo profano.
y nos enseñó las puertas del templo, esa es la división,
la gente que entra al templo sabe que a partir de ese punto esencialmente se vuelven espíritu. Las campanas y las percusiones son recordatorios que vemos y escuchamos para tener presente esa dualidad.
Dentro de este lugar sagrado, nos volvemos sagrados.
Caminamos saliendo del templo y yo pienso en la dualidad de lo que viví hoy, lo vanal de los Gangnamdol y lo sublime de la enseñanza aprendida gracias a escuchar a la persona indicada. Pienso que en México deberíamos meditar más. Deberían existir pensatorios.
Así entre lo trascendente del momento y el frío que estaba haciendo nos fuimos al último lugar antes de despedirnos de Seúl para partir a las olimpiadas de invierno.
Seúl tiene como toda gran ciudad con Río paseos nocturnos en crucero donde puedes cenar y admirar la ciudad desde el agua.
El paseo de una hora y media con cena incluida y una ambientación musical buenísima fue una gran manera de decirle adiós a esta ciudad. Seúl nos despedía con las letras que nos recibió y que me llevaron a titular estas dos entradas de Blog.
Hasta la próxima Seúl.
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