Cuando estás en una ciudad donde no vives, eres un espectador y te maravillas con el comportamiento de la gente que en ella habita.
Conocer otras formas de vivir y pensar abre tu mente a un mundo de grandes posibilidades y quisieras llevarlo contigo y hacer de tu entorno un lugar mejor.
Últimamente (lejos de enojarme, como antes lo hacia) he pensado que México es un lugar mágico y folklórico donde todos tratamos de reírnos día a día, haciendo todo lo posible por ser felices pese a nuestras desgracias políticas y demás dramas en los que no vamos a ahondar.
El entorno nos hace oportunistas, a veces egoístas y poco cívicos. El conductor pasándose los altos y no cediendo el paso al peatón, el transporte público sobrepasado y los empujones en el metro, donde «el que no tranza no avanza» son cosa de la vida diaria y a veces ni siquiera nos damos la oportunidad de pregúntanos si podría ser diferente.
Tokio, al igual que muchas ciudades europeas, merece las palmas por el orden, el civismo y el respeto que demuestran sus habitantes en las actividades cotidianas, como usar el metro para ir a trabajar, donde si usas las escaleras eléctricas te pegas a la izquierda y si tienes prisa subes por la derecha, donde te formas conforme vas llegando para subir al tren y dejas bajar antes de intentar subir. Echen un ojo al video si no me creen:
Siempre he pensado que debemos aprender de lo éxitos de los demás, finalmente el vivir en armonía hace tu entorno más sano y te da oportunidad de ser más feliz y tener cubiertas cosas básicas te da oportunidad de soñar y lograr…
Sandra.