Sa pa. Una vuelta por la naturaleza.

Hanoi es el centro estratégico para hacer dos visitas obligadas en Vietnam, un paseo a los campos de arroz en Sa Pa y el barco en la maravilla natural Halong Bay. En el barrio mochilero de Hanoi puedes encontrar prácticamente en cada esquina una agencia de viajes que ofrece los viajes para todos los bolsillos, pero hay que tener cuidado. Los blogs que hablan de malas experiencias en la visita de Halong Bay son incluso más de los que hablan del hermoso lugar, así que nosotros fuimos a lo seguro yendo directamente a una agencia recomendada por otros blogueros y no pudimos hacer mejor.

Classy travel fue una gran opción completamente recomendada, estuvieron pendientes de nosotros todo el tiempo y se nota que estas chicas disfrutan su trabajo. Si estás buscando agencia y no quieres ser uno más de la lista de quejosos en Vietnam te lo recomiendo ampliamente, y no, no es una entrada patrocinada. Con ellos reservamos además nuestra aventura a los campos de arroz en Sa Pa.

Sa pa

Sa Pa se encuentra al norte de Vietnam, casi en la frontera con China, es un famoso destino para apreciar los campos de arroz y hacer caminata en las aldeas y si eres Sandy meter tu pie a los sembradíos dos veces haciendo alarde de tu buen equilibrio jejeje.

El camino desde Hanoi se puede hacer en autobús, minivan o tren que te lleva de noche saliendo a las 10 pm y llegando al destino a las 6 de la mañana. Nosotros escogimos el tren y mediante una agencia contratamos a una guía que además de llevarnos en la caminata nos ofrecería alojamiento esa noche en su propia casa, coincidimos con dos informáticos madrileños que estaban de gira por esta parte del mundo, fue así que Victor y Alberto se convirtieron en nuestra compañeros de viaje los próximos días.

El tren nocturno tiene cuatro camas por cabina y la verdad es que están bastante cómodas y limpias, ya en el camino con su movimiento y ruido no es precisamente la noche más placentera, pero sirve como preámbulo para la jornada siguiente, es una gran introducción a Sa Pa.

Habíamos visto fotografías de paisajes impresionantes, por lo que estábamos emocionados e intrigados con lo que el lugar tendría para ofrecernos. En la mañana como a eso de las seis, llegamos a nuestra estación destino, donde una minivan nos recogió junto con otros viajeros y cuyo conductor tenía mucho sueño y amenazaba con quedarse dormido, pero era despertado por los codazos atentos de Sandy. La minivan nos acercó hasta el pueblo donde nos estaba esperando nuestra guía Su.

Antes de comenzar la caminata desayunamos y Su nos ofreció unas botas impermeables que a mí obviamente no me quedaron, pero Sandy y algunos miembros del grupo aceptaron, personalmente creo que no es buena idea hacer trekking con unos zapatos que no son tuyos, pero a Sandy no le fue tan mal. A Alberto y otros chicos los pies les reventaban al final del viaje, así que la recomendación sería que lleguen con calzado adecuado, yo por mi lado use mis todo terreno tenis de correr que ya me sirvieron fielmente en la nieve y ahora en lodo.

El grupo se compuso por mayoría hispanohablante dos mexicanos, dos españoles, una argentina, un chileno, dos franceses y nuestra guía acompañada de su hermana y su madre quienes muy atentas aprendían palabras en español que después usaban con nosotros.

La caminata no era exageradamente demandante, y el paseo estuvo acompañado por el caprichoso clima de la zona, un momento soleado, al siguiente lloviendo, luego neblina, afortunadamente no hacía mucho calor. Los paisajes eran soberbios y la conversación muy interesante. Conocer otros viajeros y sus historias es algo que siempre me ha gustado mucho, porque todos hacemos lo mejor para compartir nuestras historias lo más fielmente posible y te das cuenta de que no importa cuánto viajes siempre queda mucho por conocer.

Su family homestay

Nuestra caminata del primer día terminó en las puertas de la casa de Su y su esposo Pao, nos despedimos de la mitad del grupo que solo habían ido para caminata y volvían a Sa Pa, nosotros nos quedamos en esta casa en Hau Thau en medio de arrozales. Nuestra expectativa del home stay en medio de la naturaleza era algo completamente incomunicado y fue completamente sorpresivo darnos cuenta que el WiFi de Su era de 20 megas de subida y bajada, probablemente uno de los mejores de todo el viaje.

En la cena nos prepararon bastante comida y estaba toda buenísima. Su, es una mujer de 33 años con tres hijos que aprendió a comunicarse en inglés escuchando a los viajeros que pasaban por el pueblo y ahora junto con su esposo habilitaron el piso superior de su casa para recibir a los que quieran disfrutar de la naturaleza que los rodea, hace un esfuerzo para que nosotros nos sintamos atendidos. Nos explica que ella no fue a la escuela y por eso no sabe escribir, ni hablar muy bien Vietnamita, sino el dialecto de su pueblo.

A lo largo de nuestro camino vimos como las mujeres tienen un rol fundamental en la economía del pequeño pueblo. De inicio, todas las guías son mujeres, las labores de campo en el camino eran cubiertas casi completamente por ellas, pero por alguna razón no tienen acceso a educación.

Día de la mujer. Estas mujeres que aprenden idiomas de oídas, que hacen crecer comida del suelo, que proveen a su familia y además nos dejan conocer su hogar en un lugar de ensueño, son para mí una razón de admiración. Porque de camino a casa Su traía unos extranjeros por aquel sendero que ha recorrido miles de veces haciéndonos disfrutarlo, sin prisa y con sonrisas honestas. Se detuvo a recoger flores de Lis y cuando llegó a casa hizo que Pao construyera unas macetas para sembrarlas mientras nos preparaba la cena.

Happy water.

Durante la cena Su nos ofreció una bebida alcohólica que su padre destila personalmente y nos dijo que se llama Happy water. Su sabor no era muy fuerte, pero bastante bueno sobretodo después de los diez shots que nos dieron a tomar y los tres «last ones» que nos echamos antes de dormir como bebés.

Al siguiente día un poco más de caminata para llegar a donde terminaba nuestra aventura, el camino era otro, pero lo increíble de los paisajes era igualmente sobrecogedor. El problema de hacer trekking en lugares tan maravillosos es que te la pasas viendo más tiempo tus pies que los paisajes, pero parecía que Su leía mis pensamientos y nos invitó a detenernos y disfrutar las vistas, nos quedamos una media hora a ver la naturaleza.

En el camino pasamos literalmente en medio de los arrozales que reflejaban la luz del sol dando una vista única.

Paramos para comprar bambú que por fin probamos y su sabor era prácticamente igual al de la caña de azúcar.

El camino terminaba, nos despedimos de Su y su calidez y de aquel onírico lugar en medio de las montañas que nos recuerda que la belleza del mundo está ahí, esperando a que la quieras contemplar.

Chris.

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