Los adorables pandas en Chengdu, adiós a China en Kunming

Después de ver al gran Buda en Leshan nuestro siguiente destino era Kunming desde donde salía nuestro vuelo a Laos. Nuestra visita a China casi estaba terminada y también las vacaciones de los chinos.

Según lo que leímos, al siguiente día de volar fuera de China todo regresaría a la normalidad; llegamos el segundo día de sus vacaciones y nos íbamos el penúltimo… parecería que lo planeamos, pero no.

Para llegar a Kunming teníamos que hacer una forzosa parada en Chengdu, así que aprovechamos para conocer la reserva de pandas que este lugar hospeda.

Nos imaginamos que el último sábado de sus vacaciones iba a ser una locura en el santuario de pandas, pero aún así, teníamos que ir. Seamos realistas, ¿Quién se puede negar a ver adorables pandas en acción?

Para llegar a la reserva de pandas, solo hace falta tomar el metro hasta panda avenue, desde ahí un shuttle «gratuito» o mejor dicho incluído en el precio de acceso al parque, el camino te llevará en unos veinte minutos. El acceso al santuario de pandas hay que pagar 55 yuanes (a 2.9 pesos el yuan).

Para nuestra sorpresa había mucha gente, pero nada comparado con lo que vimos en otros sitios o lo que comprobamos después otros viajeros vieron días antes en ese mismo lugar.

No sé si fue la infinita buena onda que te transmiten los pandas rojos y monocromáticos pero en nuestra visita relámpago de 3 horas con todo y nuestros back packs de 15 kilos en las espaldas la pasamos muy bien en la reserva.

Nuestro plan era dejar nuestras maletas en la estación de trenes, pero como ya leyeron en nuestro anterior blog, el gobierno chino controla todo y sin su registro de teléfono móvil era imposible pagar, así que decidimos cargarlas las horas que duraba nuestro trayecto. Aunque claro, cuando llegamos de regreso descubrimos otro sitio para depositarlas… Dulce ironía. #yapaque

El nombre oficial de este santuario es : Centro de Cría e Investigación del Panda Gigante de Chengdu (Chengdu Research Base of Giant Panda Breeding).

Basta ver la calificación en Tripadvisor para entender que todos sucumbimos ante el encanto de estos osos originarios de Asia. Lamentablemente como muchas especies en este mundo voraz controlado por los humanos, los famosos osos bicolores están en peligro de extinción y solo hay poco más de 3000 especímenes en vida salvaje en China, otras aproximaciones menos optimistas los sitúan poco arriba de 1800.

El santuario que existe en Chengdu se ha encargado de su reproducción, investigación y cuidado desde 1987 cuando comenzaron con 6 pandas gigantes hambrientos rescatados y su población más alta ha sido 176 en enero de 2017, descendientes todos de esos originales seis pandas.

Si bien, el parque no estaba vacío, después de nuestras experiencias previas no tuvimos ningún problema con lidiar con la cantidad de gente.

Además de los pandas gigantes, también cuentan con tres grandes espacios reservados para los pandas rojos, estos hermosos animales que tienen aspecto de mapache asiático. Parecía que China estaba premiando nuestra tenacidad y aguante con estos felpuditos regalos cuyas unidades de felicidad por centímetro cúbico son enormes.

Las instalaciones son maravillosas y dentro de su ambicioso plan están buscando que el panda gigante deje de ser una especie en peligro de extinción, para lograrlo tienen opciones para turistas donde por unos 300 dólares pueden ayudar a su centro de investigación de conservación de pandas y un cachorrito se los agradecerá durante 2 minutos abrazándolos como siempre lo han deseado. Nosotros queremos que los pandas sigan reproduciéndose, pero se nos salía un mucho de presupuesto y no tenemos una foto de demostración.

Pero ya saben, si quieren tener un pandita abrazándolos ahorren un poco y cumplan su sueño, de esta manera apoyarán una noble causa.

Saliendo del panda town teníamos que volver al metro y como ya habíamos pagado, por supuesto no había shuttle de regreso, pero, siendo sinceros no fue demasiado difícil encontrar un autobús público que nos llevará.

Kunming

Si algún día tienen el tiempo y las ganas, vean el mapa de China, Kunming y Chengdu no parecen realmente lejanos, pero después de mucho buscar la mejor opción que encontramos era un tren bala recién abierto hace un mes que tardaba seis horas. Para una distancia que Google maps marca en menos de 700 kilómetros nos parecía demasiado… dejamos de quejarnos al averiguar que la versión anterior al tren bala tarda la friolera cantidad de 21 horas 57 minutos.

Predicando la palabra

Kunming nos recibió con 18 grados centígrados que sentimos como calor tropical e inmediatamente nos desprendimos de prendas, además, nuestro hospedaje estaba en plena zona de bares, por lo que salimos a cenar y tomar un par de cervezas, estábamos en ello cuando un chico se acercó a la barra y pidió su comida para después mirarnos fijamente y decir.

Do you guys speak Chinese?

A lo que respondimos casi con una carcajada que interpretó con un claro «No».

Después de un intercambio de frases nos invitó a acompañarlo, unos segundos después estábamos compartiendo mesa con una pareja de holandeses con mucha cerveza extra que habían puesto pedos a un grupo de locales, por que en sus propias palabras «no sabían manejar el alcohol».

Ni modo, para eso estamos.

Una conversación catártica que claramente necesitábamos los cuatro transcurrió como si fuéramos viejos conocidos y por primera vez en el viaje nos fuimos a dormir a las cuatro de la mañana.

Hablamos de todo lo que habíamos vivido en un viaje que prácticamente era el mismo pero visto desde otros ojos.

Diederick nos explicó que es de carácter muy fuerte y había llegado a su extremo en este viaje porque los chinos simplemente le colmaron la paciencia, según él, ese momento de cervezas era lo más feliz que había estado en China. Entonces le compartí ese momento de cordura cuando fuimos como agua y lo único que atiné decirle fue.

Be water my friend.

Esa frase se convirtió en nuestro mantra de la noche. Antes de irnos nos invitaron un par de tequilas y cada quien volvió a su realidad.

Una maravillosa parte de viajar es que puedes conocer gente que jamás encontrarías de otra manera y el click que hacen es difícil de explicar. Te vuelves un entrañable amigo en minutos de una persona que sabes que muy probablemente no volverás a ver, pero el lazo es tan estrecho y estás tan identificado como si les conocieras de toda la vida.

Hope we see each other again Diederick & Flo

Al siguiente día nos despedimos del gigante asiático visitando Kunming, una alegre ciudad pequeña que nos mostró como es un domingo en el sur de China. A diferencia de todo el viaje, aquí no parecíamos llamar demasiada atención o creo que la gente estaba enfocada en disfrutar los últimos suspiros de sus vacaciones, paseamos en un parquecito y la gente se divertía con bailes y música ajena sus problemas,. Por primera vez en China, sentía que ellos no estaban de vacaciones intentando fotografiarlo todo y obsesionados por avanzar, sino disfrutando.

Y también por primera vez en China tuve calor.

Antes de irnos Buda chino nos tenía guardada nuestra última sorpresa.

Teníamos un ultimo templo que visitar, pero a diferencia de todo el viaje en este extremadamente poblado país, este templo casi no tenía gente. No sé si fue porque todos estaban con el ánimo de fin de vacaciones, pero lo interpreté como una declaración de paz y despedida.

El olor a incienso y la música al fondo en este templo vacío, parecían darnos la despedida, parecían decirnos que pasamos la prueba.

Porque todo lo que inicia tiene un fin, lo bueno y lo malo terminan, porque todo lo que se agita tarde o temprano se calma, porque todo pasa… Pero este viaje aún sigue aquí y nosotros también.

Sigue Laos.

Chris.

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