Sapporo / Aomori. Un viaje al norte.

El camino desde Hiroshima a Sapporo resultó ser bastante largo. Invertimos en total un poco más de veinticinco horas tomando en cuenta que hicimos una parada en Sendai para dormir.

La ventaja fue que nos quedamos en un hotel cápsula, una experiencia de la que no podíamos presidir en esta visita a Japón y tendrá su propia entrada en esta página.

Salida de Hiroshima enero 31, 4:22 pm.

Llegada a Sapporo febrero 1, 5:41 pm.

Sapporo.

Por fin en Sapporo nos instalamos en un cuarto de Airbnb que habíamos reservado una semana antes, muy convenientemente ubicado cerca de una estación de metro. Por fin, después de tanto esfuerzo estábamos listos para el siguiente día ver el festival de nieve.

No muy buenas noticias.

Aparentemente hay problemas, si bien, el festival comienza el 1 de febrero, solo abría una de las sedes que representa una pequeña parte y lo mejor vendría hasta el 5 de febrero.

HipersupermegaChale.

Solo nos quedaba divertirnos.

Llegamos al Domo deportivo Tsudome, que sería una de las tres sedes del festival de nieve 2018. Unas horas tremendamente divertidas nos esperaban por delante.

Sinceramente, no es lo que esperábamos del festival; no había enormes edificios de nieve compactada e iluminada, pero sin duda pasamos las horas más divertidas en lo que va del viaje. La nieve sacó a los niños que llevamos dentro a jugar un rato. Hicimos un muñeco de nieve, nos lanzamos en una resbaladilla de hielo sobre una especie de llanta, nos remolcó un vehículo de nieve. Sandy sintió lo que es estar enterrada en la nieve y yo lo sé siente enterrar a mi esposa como en programa de Investigation Discovery.

Las esculturas de nieve probablemente no eran lo más impresionante del mundo, pero eran bastante divertidas y pasamos un buen rato. Leímos que son hechas por los vecinos de Sapporo y algunos estudiantes de arte de educación media superior.

Después de unas horas muy divertidas nos dirigimos a comer lo que hasta ahora ha sido mi mejor comida en Japón.

Fuimos a la Ramen street de Sapporo y por fin mi paladar agradeció una comida. He de confesar que a tres semanas de haber llegado a Japón no he logrado acostumbrarme a la comida. Nunca he sido fan de la comida japonesa y creo que nunca lo seré. Pero este Ramen fue un oasis en el desierto. Sin menú en inglés nos dejamos guiar por las fotos. Sin duda, nuestra intuición estaba afinada, porque nuestro cocinero se limitó a decir «spicy» haciendo una mueca de enchilado. Lo que seguro para el era una advertencia, era música para mis oídos… y no cualquier música estamos hablando de nivel Beatles (Perdón, me emociono).

Aqui el cocinero del fabuloso platillo.

Ya con la panza llena y esta vez, por fin contenta, salimos al museo de la cerveza Sapporo. No podía faltar en nuestro recorrido pasar a la antigua fábrica de azúcar construida en 1890 que pasó a ser la máxima fabricante de cerveza en Japón para ahora, convertirse en museo.

Hicimos nuestra prueba de cerveza y como gran catador chelero que soy, puedo decir que esta bastante buena.

Doy fé de su buen sabor.

El día en Sapporo se nos terminaba y teníamos que tomar decisiones. En nuestros planes teníamos llegar el 6 de febrero a Fukuoka para cruzar en ferry a Busan en Corea, así que no tenemos muchos días y aún varios destinos adelante.

Nuestra decisión.

Vamos a Aomori y ahí vemos qué onda.

Aomori es un destino marcado en nuestro mapa de lugares ideales del que les he hablado antes.

Hacia allá nos dirigimos con el pesar de no haber podido ver el festival de nieve en su máxima expresión.

Aomori

Si buscas Aomori en Google te vas a encontrar con imágenes de un castillo, árboles de cereza, un festival colorido y mucha naturaleza.

Todo muy bonito, la cuestión es que en invierno la naturaleza básicamente está durmiendo plácidamente hasta finales de Marzo. Entonces, ¿Porqué ir a Aomori entonces?

Casi sin publicidad de turismo en internet, de repente nos encontramos una tímida mención del Buda sentado más grande de Japón en una página que nos ha sido muy útil en el viaje: japonismo.com

Cuando llegamos a Aomori, nos acercamos a información turística y comprobamos que tampoco ahí le daban importancia a su Buda, prácticamente Sandy tuvo que preguntar específicamente si no había un Buda por ahi, a lo que nuestra amable asesora contestó.

¡Oh! Si quieren ir al Buda deben tomar un autobús en el andén 3 y bajarse en la última estación. Mañana hay descuento en el boleto de bus.

Asi, tal cuál lo leen. Nada de «el más grande», o «el orgullo de Aomori». En fin, como llegamos ya de noche, sólo nos acercamos a cenar a un restaurante que se encuentra al lado de una fábrica de sidra (el distrito de Aomori es conocido en Japón por sus manzanas) y nos fuimos a dormir.

El día llegó y luego de sufrir nuevamente en el desayuno con la comida japonesa nos fuimos al andén 3 para esperar nuestro autobús. Cuarenta minutos después, estábamos en el templo Seyriu-ji caminando en medio del bosque entre la nieve y admirando un complejo no tan viejo cómo lo que habíamos visto en Japón. Construido en 1982 este templo fue levantado con donaciones de todo Japón. Cuenta, además de el Buda que mencionamos, con una impresionante pagoda de 5 pisos.

Nos quedamos solo unos minutos ya que el mismo autobús que nos trajo era nuestro único camino de vuelta si no queríamos quedar atrapados en la montaña cuatro horas. En el templo solo vimos a la señora que nos cobro la entrada, un monje orando y un joven con dos pequeños hijos que no estuvieron cerca cuando nos quedamos, como ha sido nuestra suerte, viendo a Buda largamente.

El budismo cree en un estado elevado de consciencia llamado Nirvana que se puede alcanzar con base en la meditación y simboliza la iluminación. Los monjes meditan repitiendo mantras hasta que el mantra pierde su significado y ellos entran en un estado alterado de consciencia en el que permanecen por minutos, horas o dias.

La repetición de unas palabras hace que entremos en estado meditativo que nos permita reconocer nuestra existencia en este plano y a partir de ese momento las revelaciones llegan.

Aproximadamente la quinta vez que repito la frase anterior en mi mente mientras miro fijamente a Buda en su tercer ojo me doy cuenta de que tiempo se ha ido y debemos volver a nuestro autobús.

Otro día será Nirvana, espérame allá Buda.

De regreso en la Tierra y en la ciudad de Aomori nos compramos un boleto combo que incluía tres museos.

El museo del festival de verano Aomori Nebuta Festival, consiste en la exposición de los carros alegóricos hechos de una estructura de madera con alambre y forrados de papel pintado que simplemente están maravillosos.

Los trazos gruesos con los que se realizan los dibujos y pinturas en los carros parecen salidos del muralismo mexicano, como si Siqueiros hubiera sido fan del manga japonés y se hubiera puesto a adornar estás piezas. Cada uno representa una fábula de la folklórica cultura japonesa, y fueron ganadoras en alguna categoría de lo que, en verano es el festival más representativo de la ciudad.

Además, tienen un simulador electrónico para que dibujes la tuya. Algo que por supuesto no pude resistir.

Una pequeña representación de media hora del festival de verano, donde invitan a los visitantes del museo a tomar parte en la elaboración musical (yo puse el nombre de México en alto en las percusiones) cierra nuestra visita a este coloridísimo museo.

 

Después del momentazo fuimos al segundo museo del combo que se encontraba dentro de un barco. La idea principal era describir la vida naval antes de que el túnel que conecta la prefectura de Aomori con la isla donde está Sapporo fuera construido. Digo la idea principal porque como todo estaba en japonés no me pude enterar de ningún detalle.

Para finalizar el día fuimos al mirador del edificio ASPAM, un bonito centro de convenciones triangular donde proyectan en 360 grados un video de promoción turística de su prefectura.

Al salir de ahí fuimos a comer, y como ya me he quejado demasiado no entraré en detalles, solo que nos vinimos al hotel pasando antes a comprar pan para cenar.

Del autor.

Tengo que confesar que escribir estos post en el celular ha sido un poco más difícil de lo que pensaba. Así que por favor, sean pacientes con mis vicios como escritor, que desde este medio solo se multiplican

Albricias.

Hemos decidido después de un largo proceso de asamblea que Sandy volvió a ver las fotos del festival de Sapporo que ya no vamos a bajar y mañana partimos de regreso, así que esperen muchas fotos de nieve en la próxima entrega.

¡Qué pinche emoción!

Chris.

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