A la siguiente mañana, relativamente temprano nos fuimos rumbo al bosque de bambú, nos habían dicho que valía mucho la pena y que por la mañana no estaba demasiado lleno. Para nuestra suerte el destino estaba bastante cerca de nuestro hogar temporal. A veinte minutos de haber salido por nuestra puerta estábamos llegando a la estación Arashiyama.
Arashiyama.
Siguiendo las direcciones marcadas por los señalamientos de tránsito nos encaminamos hacia el bosque. El camino no fue largo para encontrarnos los primeros árboles de bambú enormes por todos lados.
En el camino del bosque nos encontramos la entrada del jardín del temo Enkoji, la visita es rápida pero ofrece muy bonitas vistas.
Nos perdimos en los paisajes del bosque y mirábamos todo lo que nos ofrecía. El sonido del aire moviendo las hojas de los árboles me hacía entrar en un tipo de trance del que el frío me despertaba recordándome donde estaba. La punta del camino tiene un mirador con una vista espectacular donde estuvimos unos diez minutos escuchando los árboles moverse y a los cuervos pasar.
Por si fuera poco todo lo que vimos un día antes, Kyoto tiene a escasos minutos del centro este paraíso de montaña donde los locales pueden relajarse y escapar de sus rutinas diarias.
Del otro lado del río se encuentra el parque Iwatayama, hogar de una comunidad de macacos que viven en la cima de una pequeña montaña a la que tardas aproximadamente veinte minutos en subir.
Llevábamos toda la mañana en Arashiyama, ya un poco cansados por la caminata nos dimos tiempo para comer unos enormes tallarines y con el estómago lleno nos encaminamos al último destino que nos quedaba en Kyoto.
Fushimi Inari
Este santuario es uno de los más conocidos de todo Japón por el número ingente de torii que posee.
El recorrido parte de una plaza de la que el camino anaranjado empieza a moldearse en algo que parecería no tener fin.
Alrededor de cuatro kilómetros de un camino en el monte en los que siempre vas debajo de un túnel lleno de torii que empresarios han donado para que el dios Inari les colme de abundancia es un espectáculo imperdible si estás en Kioto.
Sin duda un día extenuante entre pequeñas montañas, pero el cansancio es siempre soportable si es a cambio de algo tan enriquecedor. Termina nuestro día fatigados y nos despediremos de Kioto con camino a Kanazawa para seguir descubriendo este maravilloso país.
Chris