Las decisiones de itinerario comenzaron a ponerse interesantes cuando decidimos ir a Sapporo para el festival de nieve que se celebrará el primero de febrero.
El problema, es que esa decisión cambiaba la dirección de nuestro viaje. Como idea inicial habíamos planeado viajar al norte (a Sapporo) para comenzar nuestro viaje y después empezar a bajar y llegar a Corea; pero, con este pequeño cambio tuvimos que casi improvisar. Decidimos entonces que después de Kamakura iríamos a Kioto.
Primero lo primero, acercarnos a la estación de tren para ver si había boleto a esa hora. Nuestro amigo Tomoya nos guardó las maletas hasta las 5 y de ahí, después de cantar un par de canciones, corrimos a la estación a informar nuestras alternativas.
Si van a Kamakura quédense con Tomoya, Por facebook cómo Tomoya Takano( el que está disfrazado de Samurai) o a la dirección de su guest house http://www.i-link-u.com
If you go to Kamakura stay at Tomoya’s place. You may contact him as Tomoya Takano at FB (The samurai guy) or at his page www. I-link-u.com.
Kioto
Para nuestra fortuna, nos hicieron un itinerario (muy detallado) con el que podíamos estar en Kioto a las 10:30 PM, así que nos dispusimos a viajar. Pensando que tendríamos WIFI en alguno de los trenes de camino para buscar hospedaje no estábamos demasiado preocupados por donde dormir.
En todo el camino no tuvimos internet ningún momento, así que para las 10:30 de la noche estábamos en Kioto, pero sin hospedaje. Una de las grandes ventajas de la estación es que había WIFI y para no errar buscamos hospedaje en Airbnb, en minutos estábamos de camino a nuestro nuevo hogar temporal.
Pero como la vida no es tan fácil, el buzón de donde teníamos que tomar la llave para abrir nuestro estudio no funcionaba. La situación fue la siguiente:
El anfitrión nos mandó unas indicaciones con asistencia de Google Maps, básicamente nos pedía hacer self check-in.
Nos ponía un mapa del lugar, la etiqueta de Google streetview de la puerta de la casa, la clave de su buzón para sacar la llave y el nombre del edificio (en escritura japonesa obviamente). ¿Qué podía fallar?
TODO
Llegamos rápidamente al lugar, pusimos la clave en el buzón y nada. No abría. Intentamos probablemente 10 veces cada uno. Así que hicimos lo impensable y Sandy usó el Roaming de Telcel, el teléfono comenzó a timbrar y nada. No contestaron.
¿Qué hacer?
Eran más de las once de la noche, la casa se veía vacía y yo comenzaba a pensar que talvez tendría mi primer experiencia oscura con Airbnb, llamamos a los timbres de la entrada sin éxito alguno.
– Vamos de regreso a la estación a ver si nos enviaron algún mensaje que no hayamos podido leer. – Le dije a Sandy y comenzamos a caminar.
Llegamos a la estación, un Seven 7 está en la entrada y tiene WIFI gratuito, me puse a revisar mi correo por si algún cambio, pero nada. En ese momento y como Buda nos trae muchas ganas, nos envió un buen samaritano japonés de nombre Takashi o Taka para los cuates.
Nos preguntó si podía ayudarnos, y le contamos la situación. Se ofreció a hablarle al anfitrión, que justamente en esos momentos contestó mis mensaje en Airbnb y hubo luz. Taka es un maestro de inglés que nos dijo que le gustaría que si estuviera en nuestro lugar alguien se detuviera a ayudarle.
Después de un par de llamadas telefónicas, el uso de su G Maps y unos veinte minutos de estar perdidos (sí, con todo y Taka). El maestro de inglés nos dejó en nuestra puerta con la llave en nuestra mano y una nueva historia que contar. Esperemos volver a verlo.
¿El problema?
Todos los datos etiquetados en Airbnb estaba en otra dirección y como no sabemos leer japonés no nos enteramos del nombre del edificio.
¿La enseñanza?
Nuevamente pasó por mi cabeza eso de sembrar felicidad a base de buenas acciones
Gracias Taka por desvelarte por ayudar a unos completos desconocidos.
Finalmente después de dormir comenzó nuestra aventura en Kioto.
A un par de patadas de nuestro hogar temporal estaba el castillo Nijo. Es el primer lugar en Japón que me sorprende de esta manera, paredes llenas de arte y cargadas de historia, arquitectura impresionante y nada de ello con algún rasgo occidental. Un recorrido de dos horas con los primeros copos de nieve que vemos en el viaje y cerrando con mi primer comida a nivel de piso (llevaba meses entrenando para poder pasar más de 2 minutos en flor de loto y fue un éxito). Llevaba un par de horas en la mañana de Kioto y ya podía decir que había valido la pena la visita.
Salimos dispuestos a conocer el palacio imperial. Con el antecedente en Tokio no tenía las expectativas demasiado altas y no; no hubo demasiado que conocer, más que un gran parque y las paredes exteriores del palacio, si tienen tiempo extra es un buen lugar que visitar.
Hace unos cinco años Sandy me prestó el libro Memorias de una Geisha que cuenta a manera de novela la vida de una chica que se ve obligada a caer en el mundo de las Geishas y se desarrolla en Kioto. Por esta razón nuestra siguiente parada fue acercarnos a dos de los barrios de Geisha más importantes de la ciudad por si teníamos suerte de encontrarnos alguna de estas increíbles mujeres.
El barrio de Pontocho y el barrio de Gion al lado del río Kamo son dos lugares que se resisten a la feroz batalla contra el turismo. Se mantienen, sin letreros en inglés, salvo los que son de carácter prohibitivo, alejando dentro de lo posible al turismo (occidental y local) y continuando sus tradiciones.
Gion.
Pontocho.
De camino entre ambos barrios y casi sin querer nos encontramos una postal para enmarcar, llevábamos todo el día entre nieve y agua y levantar los ojos para ver el Yasaka Shrine fue revitalizante. Es aquí donde el verdadero color de la ciudad comenzaba a mostrarse.
Kioto quiere mantener sus tradiciones y su cultura, es imposible no ver sus esfuerzos, y eso mismo hace que sea diferente. No es una ciudad vieja como muchas veces he leído, es una ciudad que ha logrado mantener un presente eterno para que todos nos detengamos maravillados a observar…
Continuará.